Están la Tierra y la Luna, separadas por aproximadamente 385,000 kilómetros. ¿O lo harán? Según los investigadores de la Universidad de Washington, hay momentos en que la Tierra ayuda a proteger la Luna.
Uno de los principales riesgos de los viajes espaciales son las tormentas solares. Estas son ráfagas de partículas expulsadas del Sol a casi la velocidad de la luz. Pueden llegar casi sin previo aviso. Tan pronto como se ve una llamarada dirigida a la Tierra en la superficie del Sol, las partículas llegarán solo unos minutos después.
Para evitar una explosión de radiación potencialmente letal, los astronautas deberán buscar refugio en una base protegida, o al menos asegurarse de que haya una masa de tierra lunar entre ellos y la tormenta que se avecina. Cuando solo reciben una advertencia de unos minutos, los astronautas se limitarán a lo lejos que pueden explorar en la superficie lunar.
Aquí en la Tierra, estamos protegidos por la magnetosfera, que dirige el viento solar inofensivamente alrededor del planeta. Los astrónomos han sabido durante muchos años que la Luna atraviesa la esfera magnética de la Tierra y podría compartir nuestro escudo protector.
Investigadores de la Universidad de Washington han desarrollado modelos informáticos de la magnetosfera de la Tierra, calculando los momentos ideales en que los astronautas recibirán la mayor protección contra las tormentas solares.
Hay un problema adicional con las tormentas solares. A medida que las partículas interactúan con la Tierra, calientan oxígeno en la ionosfera. Estas partículas salen de la Tierra y chocan con la Luna. Estos se mueven menos rápido que las partículas del viento solar, pero aún pueden aumentar la exposición a la radiación de un astronauta.
Fuente original: Comunicado de prensa de UW